A los 14 años me enteré que mi historia familiar no era la que tenía en mente desde mi infancia, conocer que mi padre biológico no quería que su familia supiera de mi afecto mi autoestima de una manera desproporcionada. Estar en plena adolescencia y conocer tu origen que es casi una novela, fue un shock tan grande que comencé a ir a terapia. Desde que inicie pude ver el para que pasan las cosas y deje de preguntarme inocentemente porque pasan, ese ejercicio me funcionó muchísimo.
Mi terapeuta en ese momento me enseñó a ser valiente y afrontar de frente esta historia nueva que poco a poco me mostraba que aunque no conociera a mi familia paterna su influencia estaba en mí y en esos detalles que claramente no venían del lado de mi mamá. Conseguí toda mi valentía y me fui a conocer a mis abuelos y a mi hermano mayor, desde que hice el primer acercamiento mi papá me quito el habla hasta el día hoy. Me atreví a cosas qué tal vez él no podía y le puse en una posición difícil, pero fue el acto más grande de amor propio que he tenido conmigo y mi niña interior siempre estará agradecida por atreverse. Esta situación y este pequeño proceso no me condicionaron. Si me conocieran ni sabrían todo lo que tenido que vivir y las cosas que aprendido con los golpes de la vida. La verdad es que siempre escojo ver más allá de los problemas y las dificultades.
Acá somos resilientes y agradecemos a la terapia por el acompañamiento en un proceso que seguramente aún no culmina pero ha fluido muchísimo y mi corazón cada vez sana más. ✨💛
Venezolana. 24 años. Femenina.